María la Judía fue una importante mujer de la antigüedad, ya que está considerada como la primera mujer alquimista. Aunque en esos tiempos (entre los siglos I y III) la alquimia era considerada poco menos que algo esotérico, en realidad se podría decir que fue la precursora de la química
Entre sus descubrimientos están distintos métodos de fabricación de extractos, y procesos de blanqueamiento. También fue la primera en identificar el ácido de la sal marina y el ácido acético.
Inventó complicados aparatos de laboratorio para la destilación y sublimación de materias químicas que aún se usan en la actualidad. Por ejemplo, el tribikos era un pequeño alambique de tres brazos y el kerotakis se usaba, entre otros muchos usos, para la extracción de aceites de plantas para obtener perfumes.
Pero hay una técnica que, me atrevería a decir, todos hemos usado alguna vez y que fue su gran aportación al progreso en el envasado y conservación de alimentos: el baño maría, un proceso de cocción lento y uniforme que consiste en un recipiente exterior y uno interior separados por un líquido, normalmente agua. Hoy en día, esta técnica es usada en miles de procesos industriales, químicos y culinarios que precisan de un calor uniforme, progresivo y constante.